domingo, 20 de enero de 2013

De tazas y niños



Los niños no miran como los adultos.
Los adultos miran una taza y piensan:  es una taza.



Los niños miran una taza y no suelen pensar. La cogen y ya no es una taza. Ahora es una bañera para muñecas y una nave espacial invisible y un tambor para concierto de cucharas en do menor.
Por eso los niños necesitan mucho más tiempo.
Tienen que decidir qué muñeca bañan y quién va en la nave, y si el concierto de cuchara  será allegro ma non tropo o sólo tropo.
Así que, a la hora en que los adultos se han acabado el café que tenía la taza que era una taza, los niños ni han empezado el colacao de la taza que ahora es un charco lleno de ranas o una papilla para gigante o una taza otra vez.
Es por este motivo que  los niños tardan de media 2,33 veces más en terminar de desayunar que los mayores.
El Mundo Frufrú les anima a comprobarlo, cronómetro en mano, ustedes mismos.
Los números son los números y rogamos los tengan en cuenta y  no  riñan, ni  griten ni se enfaden con los niños, aunque tengan mucha prisa a la hora del desayuno.
 Si llegan tarde, sean prácticos y pídanles mejor  que les acerquen al trabajo en  su nave espacial invisible. 






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