Después de numerosísimos estudios y experimentos muy sesudos, los reputados científicos del Mundo Frufrú han llegado a una conclusión: el universo está compuesto de átomos y de amor.
Por eso los juguetes hechos con amor, además de con átomos, son tan buenos para los niños. Les suben las defensas y les envuelven en una nubecita rosa que les dice al oído: este juguete fue hecho para hacerte disfrutar y tiene un pedacito de corazón que late para ti.
Vivimos en una sociedad que blablá. Los juguetes actuales blablablá. Los niños que pasan mucho tiempo delante de la tele blablabla.
El Mundo Frufrú, además de los blablablás, quiere escribir una gran verdad universal:
no hacen falta pilas para tener el coche más veloz del mundo.
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